Sí, qué magia esconden tus palabras, tu mirada, tu voz. Eres tú, siempre tú, una especie de taumaturga que sale de no sé qué mágico cuento para convertir una extrañan realidad en un momento de unión.
¡Qué difícil explicar el sentir de los fanáticos! ¿Con qué palabras podemos confesar que nosotros somos capaces de abandonar cualquier compromiso por estar -aunque sea de lejos, aunque sea a través de una pantalla, aunque sea separados- con ella: con nuestra maga?
La ilusión empezó hace días, cuando a través de las redes sociales se convocaba -por primera vez- a todos los fanáticos de La Guzmán a un Live con nuestra Eternamente Bella. Y en tiempos de pandemia y tensión, las preguntas por las vacunas y el encierro cambiaron por la incertidumbre del registro. Entre fans queríamos saber si estaríamos todos y la pregunta obligada “¿ya te registraste?” nos lo confirmó.
El 30 de enero recibí un correo de Alejandra Guzmán. Sí, de verdad; Alejandra Guzmán era el remitente de aquel mensaje. Y no hace falta que alguien me aclare algo, sé perfectamente que muchos fans lo recibieron, pero déjenme emocionarme, soy fan, ¿qué más puedo hacer? En mi bandeja de entrada está escrito, aún está escrito “Alejandra Guzmán”. El mensaje, personalizado, lo advertía “Solo para fans: preguarda ya Lado Oscuro”. Y, al volver a leer “solo para fans” supe que, por supuesto, el mensaje era para mí, era para nosotros, solo para nosotros los fans.
El domingo llegó. La cita del Live era a las 3:00 horas de ese 31 de enero. Una hora antes nos enviarían la liga del evento, las instrucciones eran claras, pero la pasión, como siempre que se trata de ella nos invadió.
Desde la mañana, empecé a leer mensajes en redes sociales, a través de WhatsApp y hasta recibí llamadas de fanáticos que, como yo, esperábamos impacientes la liga. Ser fanático es una bendición, pero también es un horror. No he de negarlo; no me despegué del teléfono ni un solo minuto, incluso, muchas veces me descubrí revisando mi cuenta, la bandeja de entrada, los correos no deseados, la basura del correo, todo, todo. La obsesión de ser fanático…
A las 14:30 horas llegó el ansiado mensaje. La hora se acercaba, la ilusión comenzaba: Revisar la señal, arreglar el equipo, conectar la bocina y hasta preguntarles a mis amigos fans: ¿cómo van?, se convirtió en el preámbulo del amor por La Guzmán. Sí, claro que sí, La Guzmán hace magia, transforma momentos, invade memorias, crea recuerdos. Nadie podrá negármelo.
A las 15:00 horas, con puntualidad inglesa, inició la transmisión. En la pantalla apareció la responsable de esta locura. La única persona que en un momento nos ha separado y unido tanto.
Con un look súper natural, maquillaje discreto y como siempre, sonrisa perfecta ella iluminó cada minuto del Live. La Guzmán, vestida de blanco, compartió con nosotros su sentir frente a la pandemia, nos reveló algunos detalles sobre sus próximos planes, habló de su “lado oscuro”, de la grabación de su más reciente video y hasta nos recordó, en frente esta terrible pandemia, lavarnos frecuentemente las manos.
Y es que La Guzmán es única. Única con su inapagable luminosidad y su inherente “lado oscuro”. Ella; siempre ella; la manifestación física del caos emocional que tanto nos violenta. Es ella, nuestra luz si aparece, nuestra oscuridad si desaparece. Es ella la que reúne a sus fanáticos -ahora convertidos en hombres y mujeres adultos- y a los niños y adolescentes que recién la han descubierto.
Treinta minutos bastaron para cambiar un domingo de pandemia en ilusión. ¿Acaso no es una hechicera de voluntades y corazones? Yo no he visto a nadie detener el tiempo como ella lo hace. Solo treinta, treinta minutos bastaron para volver a invadir las redes y nuestros teléfonos celulares con esa misma confesión, que desde hace años no deja de escucharse en cada uno de nuestros días: “Yo soy fan de La Guzmán”
No, no hay necesidad de racionalizar nada, afuera los dilemas mentales, que verla es lo mejor que nos puede pasar.
