Una vez más La Guzmán aparece en las notas de la prensa. No lo puedo negar, me gusta ver que mi artista sea el título de programas de Youtube, de notas de prensa, de Facebook; pero saber de ella no siempre revela la gran artista que es, porque lo es y creo que nadie puede negarlo.
Alejandra es voz, voz que estremece en todo sentido, ella es pasión, engendra pasión y crea monstruos y dioses que, sin duda, siempre flotan a su alrededor.
Creo que “Perrísimas” no era precisamente la unión que esperábamos y no sé por qué. Presiento que “Güera” y “Mío” son más fuertes en el inconsciente de toda una generación que en la expectativa de este momento.
He leído la crítica de los eventos y he escuchado la opinión de los fans, los mismos que a veces aman con una casi devoción y en otras hieren como buscando que las heridas que cada palabra pudiera provocar en La Guzmán, la despertara más grande, más fuerte, aún más eterna.
No sé si Alejandra deba complacer a sus fans, no sé si exista un pacto secreto que la obligue al menos a escucharlos, después de todo creo que, la verdadera razón y encanto de ser fan es justamente la relación unilateral que nace entre ídolo y fanático.
Confieso que, a mí, el nombre de la gira no me parece digno de dos estrellas que tienen una gran trayectoria detrás de ella, ¿“Perrísimas”?, me hubiera gustado algo así como “Soberbias”, “Orgullosas”, “Imperdonables”; no lo sé…. Pero esa es solo mi opinión, evidentemente yo no soy la experta.
De igual manera, coincido con la mayoría de los fans: Me habría vuelto loca ver a La “Chica Dorada” y a la “Reina de Corazones” en sesión profesional de fotografía, verlas en esas imágenes que provocan el orgullo de pertenecer a la generación que las vio aparecer en televisión para hacerse grandes; grandes junto a todos nosotros.
No negaré que yo aún sueño con ver a Alejandra Guzmán en un concierto sinfónico, con esos tienes clásicos que estoy segura que harían que su voz resonara aún más en nuestro corazón.
Me gusta la Alejandra inesperada que un día sale tatuada y “sin cabellera” y también sueño con la Alejandra elegante, la Alejandra imponente que con tan solo pararse en el escenario hace latir con más fuerza a nuestro corazón.
Sé que hay miles de críticas con el vestuario de esta gira, con la producción, la fotografía, la publicidad, pero reconozco y me vuelvo orgullosa cuando la mayoría de las notas concluyen con una sola idea de la que no podemos dudar: “Alejandra canta”.
Sí, lo sé, yo les juro que lo sé: La Guzmán genera cientos, miles de expectativas porque sabemos de su grandeza. Ella es nuestra estrella, y en ocasiones olvidamos que es humana.
Y vamos a aceptarlo, ella nos apasiona y nos apasiona porque inspira, nos apasiona porque llena de cicatrices baila, nos apasiona porque visita a la muerte y regresa de pie, nos apasiona porque no se rinde y en ocasiones nos regala maravillas, nos apasiona soñar con ella, nos apasiona su voz, sí su voz.
Alejandra Guzmán nos apasiona porque incluso con coraje, con enojo y quizá hasta con un poco de decepción; pero nos inspira, La Guzmán nos inspira todos los días.