A los de mi generación, algo nos ocurre con esa película; quizá una de las primeras que nos recodaría que hay cine en México y cine para el mundo. ¿Quién lo diría? 20 años después entendería que la nostalgia nos recuerda que seguimos vivos, que sentimientos y que podemos amar igual que hace 20 años.
La trama nos envolvió entre suspenso y carcajadas, vergüenza y cinismo. Algunas escenas un tanto provocadora para la época nos sacudían entre aporías difíciles de entender, de resolver.
Personajes, escenas, circunstancias tan reales que era fácil identificarse sin tener la necesidad de elegir el bien o el mal. No había héroes ni villanos, solo humanos.
El soundtrack fue todo un suceso; y allá por el 99 se decía que la canción había sido compuesta para la voz de La Guzmán. Nunca lo supe de cierto, pero lo imaginé tantas veces que supongo que terminé por olvidarlo. ¿Quién como Alejandra para representar una época que oscilaba entre la desobediencia y el deber?, pensé.
Hace cuatro días descubrí que “Sexo, pudor y lágrimas” no había muerto, que los sucesos cuando son extraordinarios continúan y mientras la melancolía despertaba al enterarme que habría una segunda parte, nada fue tan impactante como escuchar en la voz de La Guzmán “Sexo, pudor o lágrimas”. Ella cantaría, La Guzmán cantaría, La Guzmán daría voz al tema de la película: ¡La Guzmán!
Cuando sé es fan tantas cosas significan tanto y todo se vuelve un cúmulo de expectativas, de esperanza. Alejandra Guzmán por fin cantaría el tema de aquella película que tan dentro de nosotros se quedó.
Solo bastaron 4 palabras y supe que ella lo haría espectacular. En 4 palabras que únicamente lo que los fans pudimos escuchar antes del estreno y lo intuí con esa certeza de quien ama tanto que no sabe qué significan las dudas. ¡Cuánto amor, cuánto dolor, cuánta nostalgia puede trasmitir La Guzmán con solo 4 palabras!
Hoy, 31 de enero de 2022 en medio de una pandemia que no termina escuché “Sexo pudor y lágrimas” en voz de Alejandra Guzmán.
Para mí, Alejandra lo volvió a hacer, sí, sí, lo hizo una vez más. Cantó con el corazón e interpretó con el alma, con ese lenguaje subversivo e inequívoco de la emoción. Se convirtió en artista, en creadora de un mundo en el que parecía ahogarnos sin tregua a ese espacio en donde todas las emociones gritan para recordarnos que viven en nuestro interior. Lo hizo con autoridad, con poder, con emoción, con sentimiento, lo hizo con genialidad, con maestría, lo hizo porque ella puede hacerlo.
La voz grave de La Guzmán se escucha tan grave que en ciertas notas pude comprarlas con el llanto, ese llanto que irrumpe el paso del aire por la nariz y termina deformando el sonido de nuestras propias palabras, pero no por ello algo cambia, al contrario, nos devuelve la sensación de sabernos hermosamente reales; auténticamente humanos.
Ya no sé si escuchar la letra o escuchar esa voz que destilaba dolor, melancolía, nostalgia, lágrimas, pudor, sensualidad.
¡Qué bonito cantas, Alejandra! “por eso me aferro y te quiero a morir”