Tal vez el 2020 quedará grabado en nuestra memoria como el “año del virus”, del aislamiento, de la incredulidad; y es que apenas un año atrás ¿quién podría advertir lo que pasaría?
A inicios del fatídico 2020 sin sospechar lo que el destino ya había anunciado, nosotros solo esperábamos el segundo mes del año. Los fans de La Guzmán lo sabíamos; la Arena Ciudad de México volvería a encenderse con ella, con la Diva, con la Eterna, con la Reina. Y así, fue. Ese día llegábamos a la explanada del recinto con esos nervios tan propios de aquellos locos que fuimos y somos. Era también nuestro show, nuestro espectáculo. Sin saberlo, éramos afortunados.
Y después… La historia la sabemos todos.
No he de faltar el respeto al dolor que, para muchos, ha significado el “año del virus”. Y tampoco dejaré de agradecer que, en el año de la enfermedad yo tuve salud.
Ahora entiendo que estamos más conectados de lo que pensábamos -y quizá- de lo que queremos. Como nunca he extrañado los abrazos, las pláticas cara a cara, los besos, los saludos de mano, la gente. Y no puedo negar que me provoca una cierta ansiedad pensar ¿hasta cuándo?
De niña, la aflicción me invadía porque pensaba que, después de un concierto de La Guzmán, faltaría una eternidad para verla otra vez. Ese vacío tan extraño que queda después de escucharla decir “buenas noches” y notar que ella se ha ido me atormentada. Aquella sensación de conmoción y tristeza ha vuelto.
El 2020 fue el año de la cancelación de fiestas, de reuniones, de conciertos. 2020 el año del “des-concierto”. Se acabaron los eventos masivos, la experiencia de fan cambió.
Y sí, por favor, no me lo digan más; lo sé; es hora de adaptarse, de esperar, de agradecer, de priorizar, de esperar.
Viví la experiencia de un concierto en línea. Impensable hace un par de años. Por supuesto: “peor es nada”; y también desde casa y en pandemia se es fan, pero ¿qué puedo hacer si extraño tanto aquellos momentos en los que en un concierto de La Guzmán creí haber encontrado el preciso lugar del mundo en el que verdaderamente era yo?
A mediados de años escuche “Vive y deja vivir”; con un toque egoísmo en medio de un momento de incertidumbre volví a cantar por una sola razón: es la canción de La Guzmán ¿habría algo más que agregar?
Los fans de La Guzmán nos distinguimos por no “des-esperar”, al contrario ¿quién se atrevería a hablarnos a nosotros, justamente a nosotros de esperanza? La esperamos cuando ella decidió ser mamá, la esperamos cuando los problemas de salud la alejaron del escenario, la esperamos cuando las operaciones se interponían entre ella y nosotros, la esperamos siempre y así lo haremos esta vez.
Inicia un nuevo mes, un nuevo año y esta vez prometo hacer aún más de lo que me corresponde por vivir y vivir bien; cuidaré a los otros y me cuidaré yo misma.
No voy a “des-esperar” ni permitir que el “des-concierto” aniquile mi esperanza. Yo estaré ahí cuando el próximo concierto de La Guzmán esté por comenzar. Yo estaré ahí, entre todos los fans, porque el aplauso más grande por La Guzmán aún está pendiente.