La Guzmán Textual

¡Cuando los ídolos nos recuerdan que son humanos!

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Ese día, el 8 de febrero, frente a ella y a lado de todos esos fanáticos que, sin saberlo, celebrábamos la cercanía, canté con todas mis fuerzas, con esa pasión que solo ella puede provocar. Frente a Alejandra Guzmán no hay otra forma de cantar. Así canta ella, así cantamos nosotros.

No sé cuántas veces y de qué forma durante esa noche -y muchos años más- ella hizo que mi corazón latiera tanto que yo, pesimista de la vida, me alegrara de vivir.

Así somos los fans. No sé si no entendemos, si no queremos entender o si entendemos demasiado. A nosotros poco nos importa que nuestros ídolos sepan o no de nuestra existencia, nos conformamos con que ellos estén bien. Solo eso: que ellos estén bien.  ¿No es la esencia del amor pensar en el bienestar del otro?

Con Alejandra entendí que se es fan todos los días, que se admira y se ama siempre. Aunque ella no aparezca en programas televisivos ni en revistas, aunque haya virus que imponen una mayor distancia entre ella y nosotros, aunque la pandemia nos recuerde que nuestra estrella es humana, que también respira y que, como tantos seres humanos en el mundo…se contagió.

Era un virus que apareció en nuestro mundo, que cambió nuestras vidas, que nos encerró en casa y nos obligó a cubrir sonrisas. Yo escuché que a principios del 2020 lo nombraban: “coronavirus”; nunca imaginé que la palabra terminara por crear pánico en mí. El “coronavirus” llegó a mi país, entró a mi familia, se acercó a mis amigos, tocó a mi “ídola”. Se contagió, Alejandra Guzmán se contagió.

Juro que mi primer pensamiento fue de rabia, de rencor, porque no puedo ni quiero entender esta realidad, de negación: “No, no, no”. Y mi cabeza no para de señalar culpables, aunque quizá no haya culpa. Hoy los fans de La Guzmán nos hundimos en preocupación.

No puedo ocultarlo; sentí miedo, el mismo miedo que sentí cuando una nota anunció que mi ídola, mi Alejandra Guzmán tenía cáncer, el mismo miedo que volvió cuando los problemas de rodilla y de cadera la alejaron de los escenarios, el mismo miedo y coraje que tuve en contra de esa cirugía estética que tanto dolor causó.

Los fans llaman, escriben, rezan… rezan.

Poca información sobre su estado de salud tenemos, noto un cierro desconcierto, una inusual intranquilidad. Sé que la idea de pensarla débil, con problemas respiratorios, con tos y temperatura nos rompe. Nos rompe a quienes tanto la amamos.

A veces los ídolos nos recuerdan que son humanos y cuando eso pasa, cuando pienso en una Alejandra de carne y hueso no puedo más que admirarla y quererla más.

Yo admiro a una mujer que podría asegurarlo: ha bailado con la muerte y cuando el dolor la abrazó; ella sonrío. Una mujer que se levantó, cantó y bailó después de más de 20 operaciones. Admiro a una guerrera, a una guerrera que habla con la eternidad, que es bella, que es mujer y que, de vez en cuando, también nos recuerda que es humana.

Alejandra, por favor, no dejes de luchar nunca, respira tranquila, camina con cuidado, no olvides tomar agua, lava tus manos y solo cuando puedas y cuando quieras… canta; que nosotros te amaremos siempre.

 

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