También era viernes y era junio, 21 para ser exactos, el año no coincidió nunca más. Fue en 1991, yo todavía no entendía qué sería ser fan, pero empezaba a vivirlo. Ese día, Alejandra cantaría en Puebla, en el Polideportivo de la Universidad. El boleto costaba $50,000 pesos, la moneda todavía conservaba sus tres ceros y yo; la ingenuidad de quien aún siendo niña, va por primera vez a un concierto de la “Eternamente Bella”. Sin saberlo, en mis venas ya vivía esa sangre que solo tienen los fanáticos.
“Estoy bien” fue la primera canción en vivo que escuché de La Guzmán. Ella era la energía vuelta mujer… No sé si se pueda hacer algo, no sé si ser fan es algo que se decida racional y conscientemente. Yo ni siquiera la primaria había terminado; no tenía idea de lo que significaría tener 20 o 30 años, menos estar a punto de los 40… Apenas comenzábamos a llamarla “Reina” y de “Corazones” y “Mala hierba” era una canción que nunca habíamos escuchado.
Me separan 336 meses de aquel junio, pero ni el tiempo ni la distancia fueron suficientes para vivir y revivir lo que significa para ya una fanática declarada “estar”, de alguna forma, en un concierto de La Guzmán.
El 21 de junio de 2019, la presencia de Alejandra Guzmán irrumpiría el vacío del Coliseo Centenario, en Torreón. Ahora, La Guzmán se presentaba como todo un referente musical en México y una vez más demostró, en medio de un lleno total, por qué sigue siendo la
“Reina de Corazones”. Ante más 5,000 personas, La Guzmán, conquistó al público lagunero que no dejó de bailar, aplaudir, cantar y hasta suspirar por ella.
En este 2019, la “Eternamente Bella” es considerada símbolo de toda una generación que no ha dejado ni un momento de amarla. Y, a la vez, su inconfundible carisma y esa voz ronca y expresiva, ha traspasado tiempos generacionales. Verdaderamente niños, jóvenes y adultos no han sido indiferentes a una mujer que es todo un icono de rebeldía, sensibilidad y talento musical en México.
Dentro de su colección de éxitos y como un homenaje al Rock en español de la década de los noventas, La Guzmán promociona su nuevo disco “Live at the Roxy” y en Torreón, “Mi enfermedad” dejó de ser un clásico de Andrés Calamaro para reiventarse y demostrarnos que, en esta ocasión, ya le pertenece –con todo respeto hacia el maestro Calamaro– a la “Diva del Rock”.
Y, para sorpresa de la noche, además de canciones como “Un grito en la noche”, “Mala hierba” y “Eternamente Bella”, La Guzmán sorprendió con un look más natural, que nos recordó, una vez más -y por si alguien lo olvidó- que ella es esencia, no producción.
En vivo se escuchó “Oye mi amor”, sí, del grupo Maná. “Si tú supieras lo que te quiero…” cantaba La Guzmán y con ella, todo un Coliseo que vibraba con esa poderosa interpretación. La ahora “Diva” volvió a dejarlo en claro: Ella es temperamento, ella es elegancia, ella es voz, y ¡piernas! Sí, ¡La Guzmán sigue teniendo las mismas piernas que en ese 1991 fueron aseguradas por un millón de pesos! ¿Alguien necesita una prueba más de que ni el tiempo es capaz de destruir la belleza?
Durante dos horas, Alejandra cantó y bailó como solo ella sabe, como solo ella puede hacerlo. Y nos es muy difícil descubrir quién se ha entregado primero: si ella a un público que no deja de amarla o un público que ha visto en ella a una “Eternamente Bella” que se ha vuelo atemporal e infinita. ¿Cuántas almas habrán estado en perfecta sincronía?
El concierto de ese 21 de junio de 2019 en Torreón terminó. Habrá quedado en el mismo lugar que el concierto del 21 de junio de 1991 en Puebla, en ese espacio donde conviven todos esos momentos que un día nos hicieron felices.
Esta vez, la tecnología y la complicidad entre fanáticos hicieron lo que hace casi 30 años era impensable: un modo diferente de “estar” en un concierto. Desde una computadora y en tiempo real, seguí cada momento del evento. Más de 1000 kilómetros me separaban del Coliseo Centenario, pero si se trata de La Guzmán, nada es imposible. Una computadora abrió ventanas hacia los recuerdos y 28 años después, volví a ver a una Alejandra Guzmán que a kilómetros o a metros de distancia sigue provocando estragos en mí.
Hoy ya estoy preparada y sé que en 28 años más, he de seguir siendo su fan.
¡La Guzmán triunfó en Torreón! Y ante tal “monstruo” vuelvo a rendirme una vez más.