Cualquier evento de Alejandra Guzmán se convierte en deseo, expectativa, ilusión, fiesta. Y una vez más, “La Reina de Corazones” demostró que en sus venas tiene sangre de diva y alma guerrera.
No importan el momento; en la calma o en la vorágine, Alejandra Guzmán aparece, encanta, deslumbra.
El 3 de julio de 2021 a las 9:00 de la noche, La Guzmán, desde el Auditorio Nacional, una vez más demostró que, no importan los cuestionamientos teñidos de falsa ética; ella responde con su esencia, con su voz, con su presencia.
Ella apareció en el Auditorio Nacional y, “El lado oscuro de La Guzmán” tuvo un especial sentido. Frases como: “No soy un ángel…”, “…ya lo hice, desperté y abracé mis demonios” o “…hasta la luna tiene su lado oscuro” más que significar la apertura de una mágica noche de concierto, parecían convertirse en revelaciones autobiográficas de una mujer que ante la luz y la oscuridad brilla, siempre brilla.
Alejandra Guzmán con su inigualable entrega y su inquebrantable energía entonó los éxitos que además de reina, la hacen eterna. Una vez más desde casa y apartados del ruido de los conciertos, La Guzmán nos volvió a emocionar. ¿Cómo lo haces, Alejandra, cómo puedes provocar tantas emociones en tus fans? Ahora lo entiendo, por eso nadie se atreve a cuestionar tu grandeza escénica,
Puntuales, frente a una pantalla, volvimos a su llamado. Temas como “Diablo”, “Mala hierba” y “Reina de Corazones” confirmaron, por si alguien no lo ha entendido, que admiramos a una mujer que definitivamente no es, ni creo que pretenda ser santa.
Por supuesto, no faltaron las canciones del corazón como: “Llama por favor”, “Mi peor error, “Hacer el amor con otros” o “Día de suerte”.
La Guzmán lo hizo una vez más. Apareció en medio del escándalo y volvió a bailar y cantar con la maestría y arrogancia de siempre.
La Guzmán seduce en un concierte en vivo y también a través de una pantalla. Y no hay mayor promesa que el ser ella misma. La Guzmán no necesita discursos armados. Ella ha dejado de hablar para cantar.
No señores, nosotros no estamos equivocados. Admiramos el talento de una mujer que, heredera de poderosos apellidos, ha dignificado su propio nombre.
Y para todos aquellos que empiezan sus lacerantes notas con el eterno: “El talento no se discute” para después hablar mal de ella; quisiéramos decirles que probablemente La Guzmán, a través de su música ha contestado: “Primera y última vez, el que me la hace me la paga, ya compré tu boleto sin escalas, directo a la fregada (…) se te volteó la jugada y te quedaste sin nada”.
Y así es, porque de ella se cuelgan todos para comer y tal vez lo habrán logrado, pero pronto desaparecerán; mientras que, nosotros, al referirnos a la Eternamente Bella, siempre su nombre vendrá a nuestra mente, siempre diremos: Alejandra Guzmán.
Gracias, Alejandra por cantar, por bailar, por aparecer, por ser tú. Te queremos y creemos en ti.